Los sentidos son como ventanas por donde ingresa la información. La percepción depende del cómo se mira y de la memoria, que contiene experiencias, conocimientos y creencias. Por eso nada es verdad o mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. En consecuencia, una cosa es la percepción y otra muy distinta la realidad. Ante una botella por la mitad el optimista la verá medio llena y el pesimista medio vacía.

La máquina de percibir mejora con entrenamiento. La primera tecnología creada por el hombre fue la lectura y todas las tecnologías modernas dependen de ella. Borges dijo que somos lo que somos por lo que leemos, Newton dijo: no soy un genio, estoy  parado sobre las espaldas de gigantes. La sociedad de consumo ciega para asombrarse y profundizar.  Ofrece un radar -para imitar a ricos y famosos- y rompe con la lógica del asombro.

El reduccionismo degrada la percepción y elimina el aura. La visión tubular ve un mundo pequeño, insensibiliza con imágenes de baja calidad e impide apoderarse del mundo con la mirada. El  asombro logra penetrar en estructuras ricas, que requieren comprensión.

La  palabra completa a la imagen: enseña a mirar. La percepción lógica del hemisferio izquierdo amplia la sensación, aporta al estímulo su significado. Discriminar es reconocer las partes. El vértigo por lo mecánico encadena a una fuerza bruta que anula la voluntad.

Un bello  ejemplo de observación creativa fue cuando a Newton le cayó una manzana en su cabeza. En  lugar de maldecir por lo que había pasado, aprovechó para descubrir la ley de la gravitación universal. Como dijo Pasteur el azar sólo favorece a las mentes preparadas.

Una buena observación es el input que provoca procesos que desembocan en el output,  es la idea que resuelve el problema que la observación plantea.

El desarrollo de la percepción. El proceso educativo debe capacitar para descubrir con una mirada que vea más allá de lo aparente. Detrás de la apariencia de un producto hay un conocimiento que lo hizo posible. En una fuente natural emerge lo profundo, el correr incesante, el darse sin medida, el misterio de lo desconocido. Es el símbolo de la vida y la realidad es un encuentro. La observación atenta a los detalles, la comprensión del sentido, producen la tensión creativa entre la obra y el observador, que así se conoce a sí mismo.

Como desconoce el funcionamiento de su mente, aprender cómo funciona y aprender a utilizarla, libera una fuente inagotable de recursos.

Todo arte parece inútil. Pero aprendiendo a admirar lo inútil se manejan reglas que liberan al espíritu. La percepción lenta, pausada, es el fruto de saborear lo que parece inútil. Al  sensibilizar la percepción la belleza aflora, y la mirada artística es capaz de plasmarla. En la educación se transmite el conocimiento y se promueven actitudes, como la visión estética.

Al capacitarnos para el asombro nos hacemos más humanos: el hombre es un ser para el asombro. Debe cambiar su propensión utilitaria. Hay que descubrir la misión, la inteligencia espiritual que moviliza el empowerment, el poder interior. La tecnología consagró el concepto sobre la idea y se perdió el alma de la inteligencia. El concepto abstrae. Arranca la flor para conocerla, pero también la mata. Cuantifica, no califica.

Los apocalípticos critican la cultura de masas, los integrados la defienden y el joven cree que se las sabe todas. Preocupa que no pueda redactar,  su triste mensaje de texto resume su falta de creatividad y afán de consumo. Fomentar  su capacidad de asombro lo llevará a apreciar la esencia de la creación. Se debe aceptar que la cultura de masas existe y generar acciones que produzcan valores culturales. La mayoría se inclinará por lo fácil, pero habrá quiénes harán parir ideas a partir de las observaciones realizadas.

El problema de la memoria. La memoria repite las soluciones del pasado pero un problema, por definición es algo nuevo a resolver. En ese caso la memoria puede llevar al error. Vivimos expuestos a una multiplicidad de estímulos. Al tomar decisiones, debemos evitar el automatismo perceptivo.  Observar es  más que ver. Con las teorías predecimos y disminuimos la incertidumbre. Pero cuando  se automatizan derivan en un “debe ser”.

Para contrarrestar este efecto, el enfoque sensorial  apela a la emoción. El proceso comienza con el ingreso de los datos. Si la observación es pobre, el resultado será el olvido.

La maldición del conocimiento la refleja Borges en  Funes el memorioso, donde afloran las paradojas de la inteligencia. Funes es incapaz de reflexionar, porque recuerda todo lo que le pasa. Una memoria así, lejos de ser placentera, es una maldición. Su memoria era un depósito. Funes muere de congestión pulmonar. La muerte fue su salvación.

Eliot se preguntó: ¿Dónde está el conocimiento que perdimos con la información? ¿Dónde está la sabiduría que perdimos con el conocimiento?

Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. El mundo de Funes era habitado por detalles sin jerarquías. ¿Cómo pensar sin elegir lo sustancial? Un depósito infinito de datos es la maldición de la inteligencia. Hay que recordar lo valioso y borrar lo que no sirve. La red de internet como la memoria de Funes, no tiene prioridades. En un laberinto borgiano se busca la novedad. W. Benjamin dijo: “el hombre actual dejó los relatos tradicionales (de la sabiduría) por la noticia (que sobrevalora la novedad).”Funes estaba inmóvil, lo mismo que la inteligencia americana el fatídico 11 de septiembre. Para bajar el peso de la información se requiere un modelo coherente. No se puede vivir sin decidir. El exceso de análisis provoca parálisis. A Funes el peso de la memoria acaba por aplastarlo. Durante siglos el hombre creció entre el intelecto y la moral, la auténtica sabiduría requiere que la información esté en armonía con la experiencia.

Una idea, hace 10.000 años logró que la naturaleza hiciera lo que el hombre quería. Fue la invención de la semilla Así pudo afincarse y almacenar. A fines del xvii un conocimiento combinó la energía de los combustibles con tecnologías de producción en serie, educación, medios de comunicación y cultura de masas. La riqueza surgió de la ciencia. La ciencia no se adueña de la verdad pero se acerca. Hoy los recursos de fácil explotación  se acaban, hay que crear un petróleo verde con energías alternativas no contaminantes. La economía del saber agrega a los recursos tradicionales -tierra, mano de obra y capital- el conocimiento. El conocimiento recolector encontró alimentos, el agrario los hizo crecer, el industrial los fabricó, el saber usa la mente: pensando, aplicando, experimentando. Descubrir el fundamento de la época que nos toca vivir es el desafío del presente. Si para Heráclito lo constante es el cambio, para Parménides se mantienen las esencias.

Fuentes de inspiración de ideas de negocios. El emprendedor es el que le da forma a las ideas. Usa métodos complementarios o alternativos: crea ideas o copia e innova sobre las existentes. Nada surge de la nada, por eso las ideas surgen de aplicar el conocimiento y la experiencia sobre la realidad. También es importante la actitud de estar atentos al cambio constante, dado que una idea también tiene su timing, su momento de oportunidad. Como el futuro no existe debemos inventarlo. Hay especialistas que tienen el martillo de su saber y siempre ven un clavo. Hay otros que se apartan de la lógica y usan la imaginación.

Dijo Einstein que la lógica siempre lleva de A a B y la imaginación lleva a cualquier parte. Internet ha estimulado formas de hacer negocios, empleando la red como medio de trabajo, el comercio electrónico, los mercados virtuales, publicidad online, etc. Otra forma de crear es concentrarse en lo esencial y contratar afuera todo lo demás. Es apostar al 20% que produce el 80% de los resultados, según la famosa ley descubierta por Pareto.

Valve Corporation -la principal plataforma de juegos online- hay 400 empleados, pero sin nada que se le parezca a la organización tradicional. El empleado es un emprendedor que decide en qué quiere participar. Y todo se decide por consenso dentro de cada equipo de proyecto.  Valve está valuada en 4000 millones de dólares y su producto estrella, Steam, tiene 55 millones de clientes y vende el 70% de los juegos que se comercializan online.

Yo S.A, una fábrica de ideas. Como vimos la observación de la oportunidad es la puerta de entrada del cerebro. La salida son las ideas que surgen de  concentrarse en la tarea. La vida es una fuente de oportunidades, hay que salir del piloto automático para detectarlas.

Un señor hace  más de 100 años decidió cambiar su estilo de vida que lo aburría y decidió seguir su  deseo de inventar. Aplicó la observación creativa para observar la realidad.

Pudo ver que los hombres se lastimaban la cara al afeitarse. De allí nació la idea de fabricar una máquina de afeitar. Luego convirtió su idea en materia. Esto demuestra que el creador cuando es innovador es el mejor imitador de Dios en la tierra, que para eso lo hizo a su imagen y semejanza. Debe aprender a convertir su espíritu en materia.

Sin embargo las personas se enamoran de la rutina en vez de aplicar la destrucción creativa. El exitoso sigue haciendo lo mismo sin percibir que otros pugnan por superarlo. Sólo el que se destruye a sí mismo evita ser imitado. Siempre estará un paso adelante. Einstein definía a la locura como querer mejorar pero seguir haciendo lo mismo. Lo importante es que las buenas ideas señalen el camino. La gallina de los huevos de oro señala los peligros.

La Fábula de Esopo. Cuál no sería la sorpresa del hombre que vio cómo su gallina cada mañana ponía un huevo de oro. Su vida cambió, comió cada día, construyó un palacio, compró coches fabulosos, contrató servidores. Pero la codicia lo obnubiló y quiso disponer de todos los huevos y concluyó que la solución estaba dentro de la gallina, y, ni corto ni perezoso, destripó a la gallina buscando el secreto de la creación de los huevos de oro. Pero en el interior no había más que un aparato reproductor corriente de ave. Desesperado, intentó coser la tripa despanzurrada y revivirla, pero fue imposible. Aquel estúpido se había condenado a la pobreza al matar la fuente de riqueza que los dioses, genios o duendes le habían ofrecido. No hay que matar a la gallina de los huevos de oro.

La mayoría prefiere refugiarse en la rutina, adopta hábitos que terminan creándolos a ellos. Entonces, ellos mismos, están matando a la gallina de los huevos de oro que llevan dentro, porque no accionan su capacidad natural de generar ideas. De tanto repetirse  descuidan la capacidad de generarlos, que está dormida en el hemisferio derecho del cerebro.

Poner huevos de oro demanda capacitación, ya que no provienen de la nada. Saber para qué vinimos a este mundo, permite acceder a la inteligencia espiritual, su fuente de energía. Al hacer circular la energía por la vía emocional, al acertar en la elección primaria, el corazón vibre de alegría. Esa fuerza energética necesita una salida, son las ideas las ventanas que comunican con el mundo, sin ellas la energía choca con murallas que las paralizan en lugar de encontrar puentes por los cuales circulen. Así se llega el plan estratégico, la creatividad bohemia solamente calienta la pava. El pensador estratégico le da una dirección a la creatividad. Se pregunta ¿dónde estuve ayer? ¿Dónde estoy hoy? ¿Dónde quiero estar mañana? ¿Cómo haré para conseguirlo? Para ejecutar el plan alinea los recursos, su capacidad ejecutiva, el equipo. Su inteligencia social debe incluir la capacidad de comunicación y el marketing. Así  el aparato reproductor convertirá el espíritu en materia.

El sueño del granjero de tener una mina de oro resulta de tanto de la capacidad de producir ideas como la de llevarlas a la práctica. Una fábrica de ideas requiere el componente social, una red de relaciones productivas. También necesita del control del resultado, el feedback continuo del avance de las ideas con la realidad  impide que un error se convierta en hábito.

Esta historia sintetiza la fórmula que proponemos para fabricar huevos de oro.

Un hachero llega la maderera. El capataz le da un hacha y le designa una zona. El hombre sale a talar y en un solo día corta dieciocho árboles. –Muy bien- le dijo el capataz –. Animado por sus palabras  el hachero decide mejorar su desempeño. Se acuesta temprano, se levanta antes que nadie y se va al bosque. A pesar de su empeño corta sólo quince árboles.- Me debo haber cansado- pensó y se acostó. Se levantó decidido a batir su marca. Sin embargo no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete y el último día estuvo toda la tarde tratando de tirar su segundo árbol. El veía a otro hachero que tiraba 20 árboles trabajando sólo medio día. Inquieto le contó todo al capataz. El capataz le preguntó: – ¿Cuándo afilaste  el hacha?  -No tuve tiempo, estuve muy ocupado cortando árboles.

Cuando la rutina nos domina olvidamos que debemos mejorar nuestra capacidad, que no es cuestión de trabajar más sino de trabajar mejor. El conocimiento, el querer y la voluntad valen, pero los métodos son la mayor riqueza del hombre. Para generar productividad debemos aprender a modificarnos. El aprendizaje permite adquirir destrezas  y aplicarlas. La capacitación nos permite “afilar el hacha” y “el hacha es nuestro cerebro”.

Superarnos en un recorrido sin retorno hacia el desarrollo de la productividad personal.